Cómo actuar ante los cambios de humor de los adolescentes
Si algo caracteriza en especial la adolescencia es lo complicado que resulta manejar los cambios emocionales que viven constantemente. En esta etapa hay tantos cambios que es imposible predecir la forma en que interpretarán los acontecimientos. No solo es una cuestión de hormonas producidas por nuestro propio cuerpo, los cambios sociales se dan repentinamente con un aumento de responsabilidades y un cambio en el trato diario que harán que su propia identidad se vea afectada.
Con todo, debemos encontrar el equilibrio entre ceder ante cambios de humor y ponernos firmes si se propasan. Es la parte más complicada ya que lo sencillo es acostumbrarnos a actuar de una forma u otra en un extremo, comportándonos siempre de la misma forma para evitarnos problemas. Hay un gran inconveniente con esa forma de actuar y es que los adolescentes rápidamente aprenden nuestra forma de manejarnos, sabiendo tanto sacarnos de nuestras casillas como restar importancia a situaciones que les confrontamos.
No impongas tu opinión
Los adolescentes son ante todo muy firmes con su forma de pensar, siendo muy difícil hacerles cambiar de opinión. En una discusión no intentes mantener tu postura constantemente sin escucharle. Por mucha razón que tengamos nuestros argumentos pueden perder todo el valor educativo por el mero hecho de intentar imponérselos, haciéndole entender más que nos debe hacer caso antes que escucharnos de forma activa.
Insístele en que se explique
En los cambios de humor adolescentes muchas veces se busca más una discusión por rabia interior que por pensar que se está dando una injusticia; incluso puede que ellos mismos sepan que están equivocados. Pídele que se explique con sus propias palabras, escuchándole sin interrumpirle. Habrá momentos en los que se trabe, cambie de tema y hasta pida irse pero si insistimos al final nos acabará confensando lo que realmente ha ocurrido para sufrir ese cambio.
Permite que tenga su propio espacio
Hay situaciones donde los cambios de humor que sufre no tienen ningún sentido aparente, dándose por cuestiones que veríamos casi ridículas. Si su cambio de humor es repentino y no quiere hablar en ese momento dale espacio para pensar sin olvidar lo ocurrido. Podemos esperar a tratarlo más tarde, ya sea cenando, llevándole de camino a alguna actividad o viendo la televisión. Ellos también necesitan macerar sus pensamientos para ponerlos en orden, pudiendo exponerlos más relajados aunque pasen horas de lo ocurrido.
No intentes comprenderlo todo
Si ya hemos establecido una relación de confianza con nuestro hijo nos habremos dado cuenta que hay problemas que no merecen la pena ser hablados, ya sea porque no podemos comprender su punto de vista o porque simplemente son poco importantes. Raciona las conversaciones para evitar agobiarle con todo lo que le pase. Enfados por cosas como tener que hacer más deberes de la cuenta o por haberse enfadado con un amigo no necesitan nuestra atención, haciéndole sentir más que invadimos su intimidad en vez de transmitirle la idea de que le apoyamos siempre.
Los cambios de humor no deben servir como evasivas a sus tareas
Cuando un adolescente se enfada puede haber detrás un motivo mucho más racional de lo que parece, del estilo de no querer ir a ver a un familiar o evitar asistir al colegio. Los horarios establecidos en casa se deben cumplir independientemente de su estado de ánimo. Si dejamos que por un enfado ya no cene a su hora o no acuda a una actividad estaremos haciéndole saber que esa estrategia funciona cuando se siente perezoso, incitándole a que la repita en el futuro.