Cómo disminuir la agresividad en niños
La agresividad infantil se ha convertido en una de las mayores preocupaciones por parte de los padres. Con la laxitud de la convivencia familiar durante estos últimos años cada vez más familias sufren la impotencia de no poder controlar la agresividad de sus pequeños. Esta agresividad se relaciona con la inseguridad personal, posesión y control por parte del niño. Es de los comportamientos más incómodos de trabajar al no saber exactamente el límite, teniendo miedo de equivocarnos y empeorar el problema por nuestras propias soluciones.
Es importante entender que la agresividad no debe confundirse con un comportamiento puntual negativo. Si desde el primer momento actuamos de tal forma que nuestro hijo piense que es agresivo acabará siéndolo al asumir el papel que le hemos dado. Tiene que ser una agresividad latente, que se da durante una cantidad de tiempo excesiva y sin desencadenantes razonables.
A continuación veremos algunos tips que pueden ayudarnos a manejar y disminuir la agresividad en los niños.
Conoce a tu hijo
Un punto fundamental y que deberíamos aplicar incluso aunque nuestro hijo no fuese agresivo. En muchos casos la agresividad se hace para llamar nuestra atención al no mostrar interés habitualmente. Preocuparnos por los intereses de nuestro hijo no es solo preguntarle de vez en cuando sobre él, es acercarse a su día a día mostrándole que realmente queremos saber sobre sus cosas.
A su vez, cuanto más conozcamos al pequeño más fácil nos resultará identificar el motivo de su agresividad. Si actuamos en base a teorías personales o ideas que hemos leído sin transladarlo a nuestro caso particular podremos estar agravando el problema al lanzar el mensaje de que algo malo ocurre y que no sabemos cómo actuar.
Evita mostrarte agresivo en su presencia
Ser autoritario, firme y decidido no se traduce en que te muestres agresivamente para lograr lo que quieres. Somos el reflejo para nuestros hijos, enseñándoles que la agresividad está bien si la usamos habitualmente. Es particularmente notorio cuando conseguimos efectos beneficiosos por medio de la agresividad, asociando rápidamente que lograremos el éxito si actuamos violentamente.
Es un punto difícil de alcanzar, sobre todo si nuestro temperamento es proclive a la agresividad. Si somos de naturaleza agresiva es mejor que busquemos la forma de calmarnos nosotros mismos antes que al niño. No servirá de nada que nos esforcemos por eliminar el comportamiento en nuestros hijos si nosotros vamos a seguir actuando de la misma forma continuamente.
Nunca premies la agresividad por mucho que te moleste
Uno de los consejos que puede parecer más obvio pero de los que más fallamos. Si nuestro hijo consigue lo que quiere al enfadarse sólo lograremos que aprenda la relación entre ambos sucesos. Los niños aunque sean jóvenes son inteligentes, aprendiendo rápidamente ideas tan sencillas como la vergüenza si se comportan mal en público o la desesperación si mantienen su conducta durante más tiempo de lo normal. Darles su premio para que dejen de hacerlo es la peor de las soluciones ya que solo lo harán de forma momentánea, manteniéndose en el tiempo y siendo cada vez más difícil de eliminar.
Castiga y premia consecuentemente
Es muy habitual que castiguemos las conductas agresivas pero no premiemos cuando se comporta bien en la misma situación. Gestiona los castigos y los premios para que cambie la relación entre ambos casos.
Pongámonos en un caso típico: ser agresivo con otros niños en el parque. Cuando ocurra debemos castigarle (por ejemplo, quitándole algún juguete o prohibiéndole ver la televisión en casa), estableciendo claramente la relación entre el castigo y su conducta. A su vez, cuando otro día en el parque juegue de forma sana con los demás niños debemos premiarle (una golosina, dejarle jugar más tiempo). El castigo por sí solo puede ser eficaz o no pero acompañado del refuerzo lograremos cambiar su conducta.
Sé constante en tu actitud
La más difícil para muchos padres. No debemos actuar de manera diferente según el momento ya que consolidaremos que se comporte agresivamente. Si un día le castigamos pero otro día le damos lo que quiere porque no tenemos humor para discutir, solo lograremos que vuelva a actuar de la misma forma. La forma más fuerte para que una conducta se consolide es justamente cuando no puede predecir exactamente lo que pasará si actúa de dicha forma.